[EDITORIAL] Balance natural
Si miramos con detenimiento los partes de prensa a nivel mundial notaremos que el planeta parece estar patas arriba.
En Argentina, las crecidas del Río Salado amenazan con destruir sobre cinco millones de hectáreas de terreno con pérdidas que podrían sobrepasar los $1,500 millones. En Italia, la cantidad de muertos amenazaba con llegar a la decena debido a lluvias torrenciales que han afectado las regiones de Liguria y Toscana. Se esperaba que el mal tiempo se extendiera ahora más al sur afectando Roma y otras regiones del país europeo. En Asia los muertos alcanzan los 1,400 paralizando ciudades, destruyendo edificios y vías de comunicación.

“La naturaleza solita hará su balance. Qué tal si nosotros, en vez de quejarnos, la imitamos y buscamos ayudarla a lograr el equilibrio. Al fin, que nuestra supervivencia está directamente relacionada a la suya”. (iStock)
Hace un par de meses eran los fuegos forestales en Canadá los que provocaban el refugio de cientos de personas y pérdidas considerables.
Por supuesto, sin contar los destrozos causados por el huracán Harvey en el sur de Estados Unidos e Irma en las islas del Caribe y Florida.
Los expertos no quieren arriesgarse a concluir que estos eventos catastróficos tienen que ver directamente con el cambio climático. Pero como dice el dicho popular, “ante la duda, saluda”.
La naturaleza tiene su forma muy particular de buscar balance. Los eventos que vemos sin duda son parte de esos procesos y eso es algo que ningún gobierno puede controlar.
En nuestra tierra tuvimos la gran suerte de que la pérdidas de vidas fueron mínimas y los daños materiales no se comparan a los sufridos por las islas hermanas al noreste del Caribe. Sin embargo, debido a la grave situación económica que vive el país, cualquier gota hace un lapachero.
La falta de luz y agua que nos dejó Irma ha afectado a cientos de negocios ya sea porque no han podido abrir para dar sus servicios o por haber perdido parte de sus inventarios. Inventarios sobre los cuales pagaron contribuciones pero no podrán utilizar para compensar. Y hablamos del supermercado de la esquina, del café de la plaza o del pequeño negocio que permanece cerrado por falta de energía.
Esto no causaría tanta molestia si no fuera porque la falta de un servicio energético eficiente es cosa de todos los días. Por un lado, está la falta de mantenimiento que por años se le ha dado a la infraestructura – tanto de agua como de luz – no por falta de dinero como ahora, sino por malos manejos gerenciales y mal gobierno. No es culpa de los trabajadores, que si bien tienen beneficios mayores a los del resto de la plantilla gubernamental, los recibieron porque la gerencia así lo permitió con el aval del gobierno de turno.
Por otro lado, pasa porque como ciudadanos no asumimos la responsabilidad que nos toca. Sembramos árboles bajo las líneas eléctricas que dejamos crecer sin control y luego nos quejamos cuando una pequeña brisa nos deja sin luz. No hacemos uso adecuado de los recursos de agua y luego nos quejamos cuando la falta de lluvia provoca racionamiento. Al final siempre es culpa de otro. Y sí, el gobierno tiene una gran responsabilidad, pero que tal si nosotros asumimos la nuestra y en vez de ser parte del problema nos convertimos en parte de la solución.
Es hora de que los puertorriqueños que tanto nos gusta criticar tomemos acción sin depender del gobierno. Comencemos por velar nuestros entornos, asegurándonos de que las áreas están debidamente podadas, haciendo uso comedido del agua, promoviendo el reciclaje de basura. Exijamos que el gobierno haga su parte y pasemos factura en las elecciones cuando no lo hacen. No promovamos la construcción en áreas que ya sabemos que serán arrasadas por el mar o son propensas a inundaciones.
La naturaleza solita hará su balance. Qué tal si nosotros, en vez de quejarnos, la imitamos y buscamos ayudarla a lograr el equilibrio. Al fin, que nuestra supervivencia está directamente relacionada a la suya.