[EDITORIAL] Un nuevo desorden mundial
Lo inconcebible ha sucedido: Donald Trump ha sido electo a la presidencia de los Estados Unidos y la vida será aún más difícil para Ricardo Rosselló, el gobernador electo de Puerto Rico, al que ya le espera un mandato difícil porque debe obtener el sello de aprobación de Promesa por parte de una junta de control fiscal en todas las cosas que proponga durante los próximos cuatro años.
Rosselló cree en intentar lograr la paridad en Medicaid y Medicare para Puerto Rico, que es una de las propuestas para el plan de desarrollo económico de la isla presentado al grupo de trabajo de Promesa. No debe apostar ni una peseta a que un Congreso en los tiempos del presidente Donald Trump —que tiene la intención de volar a Obamacare en mil pedazos— fomente la paridad.
El plan de Rosselló para obtener la estadidad para Puerto Rico: nanka. Este es un nuevo orden mundial y tal vez sea mejor que nos liberen, porque nosotros somos mejores que todo eso. Algún día te diré mi desengaño. Los puertorriqueños somos personas más compasivas, más tolerantes. Pero prepárese, porque aquí viene un Tribunal Supremo de los Estados Unidos que no tendrá al moderado Merrick Garland en el estrado, sino más bien la segunda venida de Antonin Scalia.
Por desgracia, en lo que parece un ejercicio de cinismo, Puerto Rico acudió a las urnas el martes 8 de noviembre, eligió a Rosselló como gobernador y ahora tiene que lidiar con el presidente electo Donald Trump, además de la junta de control de Promesa.
¿Es la elección de Rosselló algo bueno? Depende de a quién le pregunten. Muchos de los que están en el bando de los acreedores sienten que Rosselló dijo las cosas correctas en los cónclaves correctos. Fue transmitido en vivo y a todo color durante la Conferencia para la Revitalización de Puerto Rico organizada por la Asociación de Aseguradoras de Garantía Financiera para que todos lo vieran. La impresión general de aquellos en el público era una de curiosidad en cuanto a si alguien sin experiencia podía cumplir con las complejidades de la reestructuración sin ahogar aún más la economía.
Este periódico solicitó una entrevista para discutir las rutas exactas a la reestructuración —si el modelo de Washington, D.C. o las reglas de la bancarrota del juez Steven Rhodes que se aplicaron en Detroit. Esperamos con interés esa discusión en los próximos días porque el pueblo de Puerto Rico merece saber lo que nos espera en los próximos años.
En una visión optimista, Rosselló cree que es capaz de reestructurar al menos dos créditos que pueden proporcionar unos $800 millones en liquidez a corto plazo. Debería decirnos cómo lo hará.
Muchos miembros de la comunidad de acreedores le han dicho a este periódico que confían en que Rosselló seguirá una doctrina de transparencia. Implícita en esas declaraciones se encuentra una desconfianza en el actual gobierno del ELA como un barco sin timón guiado por corrientes cruzadas que fueron puestas en movimiento hace mucho tiempo. Hay una responsabilidad compartida entre las administraciones; en estos mambos tropicales y en esas salas imperiales la gente susurra sobre las atrocidades usurarias, pero no les prestan atención. Tomemos a Promesa como el “Exhibit A”.
Con toda probabilidad, Trump dejará que la junta de control lidie con el fastidioso asunto de Puerto Rico. Uno de los partidarios hispanos de Trump le advirtió a este periódico que Trump sería el próximo presidente de los Estados Unidos porque muchos estadounidenses no vacilarían en separar a los hispanos de la población general. ¿Qué más debemos esperar de personas que corean “construye ese muro”?
Nos da mucha pena con la recién electa comisionada residente Jenniffer González. Dada la retórica vitriólica de Trump contra las mujeres y los latinos, ¿cómo manejaría el tener una reunión con ella? Probablemente enviará a Ivanka o a Eric para reunirse con nuestro miembro no votante del Congreso. A González le espera un enorme reto. Qué triste.
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